
La mitad de los tumores malignos ya tiene cura, pero este éxito rotundo está empañado por los miedos y fantasmas que aparecen con el diagnóstico. La estigmatización social, el desamparo emocional y otras carencias que viven los enfermos hacen que el cáncer sea, todavía, mucho más que una enfermedad.
Es como si vas pedaleando tranquilamente por la carretera y un camión enorme te arroja de la calzada. Así define el ciclista Lance Armstrong el momento en que el médico le dijo que tenía cáncer. Un instante inmenso, contundente, que marca un antes y un después. Pero ¿cómo viven los enfermos de cáncer ese después? Bastante mal. No porque no se sientan bien atendidos desde el punto de vista médico una vez efectuado el diagnóstico, sino porque se sienten estigmatizados socialmente y poco asistidos emocionalmente. Esta es, en síntesis, la opinión expresada por los pacientes, en un estudio cualitativo, el primero de estas características que se realiza en España, dirigido por Albert Jovell, director de la Fundación Biblioteca Josep Laporte, y realizado por Strategic, con financiación de la Fundación Salud Innovación y Sociedad, de Novartis. El objetivo del estudio era conocer la percepción, las vivencias y las actitudes de los pacientes oncológicos para contribuir a aumentar su empowerment (situación de poder sobre la enfermedad).