Realmente fue una lástima que sólo acudieran unas 80 personas, pero eso no quitó ni un ápice de solemnidad y brillantez al evento.
Alejandro tocó tres obras, la última - Siopí - una composición suya. Como hace dos años, el público se quedó hipnotizado por su arte y se volvió a repetir ese silencio profundo que vibraba en el aire una vez que había terminado de tocar y hasta que el público arrancaba a auplaudir.
Jairo tocó unas obras más clásicas y terminó con dos movimientos de la Suite Koyunbaba de Carlo Domeniconi (antes de empezarla tuvo que desafinar la guitarra para tocarla...) que nos dejó boquiabiertos por su maestría y originalidad.
Y como "postre" tocaron al final del concierto dos piezas juntos.
Como agradecimiento por su colaboración desinteresada se les entregó al final unos obsequios.
Disfrutamos un año más de la maestría y arte de estos dos artistas y queremos agradecerles desde aqui de nuevo a Alejandro y a Jairo su apoyo.
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